miércoles, 18 de septiembre de 2013

Escudo de Alarcón

Un símbolo que representa a Alarcón es el escudo, uno de los más antiguos de la provincia junto con el de Cuenca.Cabe destacar la media luna vencida frente a la estrella cristiana de ocho puntas. Imagen tomada en el Ayuntamiento de Alarcón, con el texto explicativo.

jueves, 12 de septiembre de 2013

"EL CRISTO DE LA FE"

El Cristo de la Fe está muy ligado la propia historia de Alarcón, a la de Castilla y los reinos cristianos peninsulares, y de alguna forma, a la del mundo cristiano de la época, como se trata de analizar.

El momento histórico de la que reconquista Alarcón, en el año 1184, es el de Las Cruzadas, cuando los caballeros de Occidente han conquistado la Tierra Santa y otros territorios del Próximo Oriente, en aquella increíble y muy poco justificada serie de acciones. Contra esta intromisión cristiana actuó Saladino, que reunificó a buena parte del mundo musulmán y consiguió reconquistar Jerusalén en 1187. La caída de Jerusalén reavivó un sentimiento de desquite en el extremo occidental de Europa, alentado por el papa Clemente III, quien pidió al arzobispo de Toledo don Gonzalo Pérez que reuniera a los reinos cristianos de la Hispania para que continuaran con nuevo ímpetu la reconquista. Las disensiones entre los monarcas peninsulares eran profundas y no se logró ninguna concordia. Recibió el mismo encargo el siguiente arzobispo, el palentino don Martín López de Pisuerga, quien tuvo como íntimo colaborador a Julián ben Tauro, mozárabe toledano, a quien nombró arcediano de Toledo, posteriormente lo consagró obispo de Cuenca y hoy es venerado como san Julián. Muy preocupado por la suerte de los mozárabes en al-Ándalus, al no encontrar avenencia entre los príncipes cristianos en las cortes de Carrión de 1193, el arzobispo don Martín López decidió actuar por sí mismo y sorprendió al mundo musulmán presentándose con su propio ejército a las puertas de la ciudad de Sevilla. Esto provocó la ira del Califa almohade Abu Yacub al-Mansur, quien se despreocupó de otros graves asuntos en el Magreb y trató de detener el avance cristiano en la península. Alfonso VIII, conquistador de Cuenca y Alarcón, se creyó lo suficientemente fuerte como para detener el avance de los almohades y les presentó batalla en la fortaleza de Alarcos, todavía sin terminar de fortificar, en el 1195. Allí cayó derrotado clamorosamente y, como consecuencia, el avance cristiano se retrasó diecisiete años. Popularmente aquella derrota se interpretó como castigo divino por las relaciones que el rey mantenía con la judía toledana Raquel.

El espíritu de derrota y de desunión siguió vigente los años subsiguientes a Alarcos. Fueron años de duro trabajo para el obispo de Cuenca san Julián, que tuvo que levantar los ánimos y atender a las muchas necesidades de sus depauperados feligreses. Murió en el año 1208.

Un nuevo personaje irrumpió en la escena medieval, el nuevo arzobispo de Toledo don Rodrigo Jiménez de Rada, que tomó posesión de la sede primada en 1209. Su preparación intelectual en París y Bolonia le hizo vivir el espíritu de la época marcado por las Cruzadas. Sus dotes de gran estratega y diplomático hicieron posible el entendimiento entre los reinos cristianos peninsulares. La toma de Salvatierra, al sur de Alarcos, por los almohades en 1211 fue el revulsivo para otra acción de respuesta de más largo alcance. Mientras Alfonso VIII establecía compromisos con los reyes de León, Aragón y Navarra, Jiménez de Rada consiguió del papa Inocencio III un nutrido ejército de cruzados y bulas, otorgando a estas acciones los mismos beneficios espirituales que a los cruzados en Tierra Santa.

La batalla se entabló al cruzar Despeñaperros, en las Navas de Tolosa. Allí fue derrotado el califa al-Nasir, el Miramamolín de las crónicas cristianas el día 16 de julio de 1212. Aquella victoria fue muy celebrada por todo el mundo cristiano. Por fin se había dado la réplica al mundo musulmán por la pérdida de Jerusalén. Tanto es así que se estableció una fiesta religiosa que se llamó el Triunfo de la Santa Cruz; en el calendario litúrgico de las fiestas propias de España se celebraba el 17 de julio y tuvo carácter universal finalizado el siglo XVI. Era distinta a la fiesta de la Invención de la Santa Cruz que se celebraba el 3 de mayo, y la de la Exaltación de la Santa Cruz que se celebra el 14 de septiembre.

En esta acción guerrera tuvo que ver mucho Alarcón, que había sido reconquistado veintiocho años antes. Fue como su mayoría de edad. En Alarcón es donde Alfonso VIII prepara la estrategia de la batalla, allí firma más de diez documentos en el año 1211, el anterior a la contienda. En la batalla participó el concejo de Alarcón con su propio ejército mandado por el conquistador Hernán Martínez de Alarcón. Los habitantes recibieron mercedes reales por su comportamiento en la batalla.

Con toda lógica, aquel título del Triunfo de la Santa Cruz que se había adoptado para la fiesta por el carácter de cruzada que había adquirido, no tuvo una aceptación popular porque era una denominación un tanto difusa y no se concretaba en una figura precisa que pudiera mover a devoción. Alarcón que debía celebrar como el hecho más importante después de su reconquista, su participación en la batalla de Las Navas, reflejó la fiesta en una imagen concreta, el Cristo llamado de la Fe por el carácter religioso que tuvo la batalla.

La imagen que destruyeron en la guerra civil y cuya fotografía se ha publicado en los calendarios de la Fundación Dativa Navarro, era románico-gótica, un estilo escultórico propio del siglo XIII, en cuyo siglo tuvo lugar la batalla. Es una imagen que se quiere recuperar y que el escultor la tiene en fase de ejecución hace varios años.

La devoción al Cristo de la Fe se extendió por la zona de influencia de Alarcón. Actualmente todavía se venera con este título en Motilla del Palancar, Casasimarro, Quintanar del Rey, Rubielos Altos y Casas de Fernando Alonso.

El Cristo de la Fe no es solamente un Cristo para la devoción, sino para la recuperación de la memoria histórica.

Luis Martínez Lorente